Últimas Noticias

¿Es el turrón el villano de las fiestas navideñas en España? | El Comidista | Gastronomía | EL PAÍS

Comprendo el atractivo del turrón: para muchos, es un dulce profundamente arraigado en la nostalgia familiar y la tradición nacional. Es un símbolo de la resistencia española frente al predominio del panettone. Posee una mística que lo convierte en un deleite tan venerado como intocable; quizás algo no se ajuste en mi percepción, pero para mí evoca una inquietante mezcla de desgano y desasosiego.

Navidad, Navidad, dulce Navidad, reza el villancico. Y tan dulce. No nos basta con atiborrarnos de grasas e hidratos, ansiamos el Apocalipsis completo y concluimos el akelarre calórico con un Everest de azúcar que haría temblar las aletas nasales de Steven Tyler. Da igual que las luces de Vigo se vean desde Plutón, por mucho que tratemos de romantizarla, la Navidad es una carrera hacia los infiernos gastronómicos en modo kamikaze. Y el turrón, el muro contra el que chocamos año tras año.

De primeras, al turrón como concepto le veo un lado oscuro. Siempre llega cuando la decadencia de la velada familiar está en su punto más dulce, nunca peor dicho. Los botones de varios pantalones estallan y vuelan como proyectiles. El abuelo se ha quedado grogui y alguien le ha puesto un cigarro en la tocha. Tu cuñado ya empieza a citar a Miguel Bosé. La borrachera general ha atravesado el horizonte de sucesos y nos dirigimos todos a las entrañas de un agujero negro. Negrísimo.